"SENTIR COSTALERO"
El sentimiento de ser costalero no se puede expresar. Es algo muy especial y difícil de explicar.
Situémonos en una calle estrecha de la Judería, en la que un padre y un hijo, se aproximan para ver pasar a una Hermandad.
- Papá, ¿por qué venimos aquí?
- Porque quiero enseñarte algo que hace tiempo, tu abuelo a mi me enseñó: " EL SENTIR COSTALERO". Acércate un poco más.
- ¡Hay mucho humo papá!, y la gente no deja de empujar.
- Eso es lo bonito hijo. ¡Mira, mira! ¡Por ahí viene el Palio!
- ¿Qué Virgen es esa?
- Es la Virgen de la Trinidad.
El niño, atento a todo lo que pasaba a su alrededor, entre empujones y aplausos, empezó a embriagarse de aquel fervor.
- Papá, ¿por qué esa nube de incienso? ¿por qué van esos hombres debajo? por qué el hombre que va delante les dice tantas cosas?
- Hijo, esos hombres son costaleros.
- ¿Costaleros? ¿Qué significa "SER COSTALERO" ?
- SER COSTALERO es algo muy grande. SER COSTALERO es una forma de agradecerle a Dios y a la Virgen todo lo bueno que hacen por ti.
- Pero ... el paso pesa mucho, ¿no?
- ¡¡Que va, hijo!! Cuando eres un costalero de verdad, el peso no se nota porque lo llevas con el corazón.
- ¿Con el corazón?.
Mientras el niño buscaba significado a esa respuesta, el palio seguía adentrándose en la calle, cada vez más estrecha.
El capataz gritaba: - ¡Venga "ARTISTAS"! ¡Duro con Ella Hermanos!
- Papá, papá. ¡Vamos detrás!, que he oído decir a un costalero que en las Tendillas lo van a bordar.
Corriendo por las calles antiguas, para poder coger un buen sitio, y seguir aprendiendo un poco más.
- ¡ Tranquilo chiquitín! No corras más, que está ahí el "bacalao" y se oye la banda soplar.
Llega el palio a la plaza. Una marcha fúnebre suena, y la plaza entera, sin ruido queda.
- Papá, papá, ¿por qué se callan todos?
- ¡Shcsssss ... ! Habla bajito que estos momentos es cuando un costalero se hace de verdad.
- ¡Papá! - dice el niño en voz baja - ¿Por qué llora el capataz?
- Porque le está hablando la Virgen
- ¿La Virgen?, Si la Virgen no puede hablar.
- Sí habla hijo, en cada levantá, en cada arriá. en cada mecía habla, y en cada chicotá. Pero solo muy pocos, hijo mío, la saben escuchar.
El niño mira fijamente al capataz.
- ¡Qué bonito sería ser CAPATAZ! papá. Pero yo quiero ser costalero de los de verdad; y poder sentir su peso, y también yo poderla escuchar.
- ¡Tranquilo, chiquitín! que todo llegará.
Pasó el tiempo, y al fin llegó.
- ¡Mamá! Prepara mi esparto, mi faja y mi costal, que hoy es mi primer día, como costalero de la SANTA FAZ
Fdo. Carlos David Lara